Cada 30 horas, un nuevo milmillonario

Casi un millón de personas podría caer en la pobreza extrema en 2022, al mismo ritmo al que la pandemia ha ido creando un nuevo milmillonario (uno cada 30 horas), según una nota informativa que Oxfam publica en mayo de este año 2022, titulada “Beneficiarse del sufrimiento”.

En el informe, Oxfam pone de manifiesto cómo los milmillonarios y grandes empresas de los sectores alimentario, energético, farmacéutico y tecnológico están obteniendo enormes ganancias, mientras el aumento del coste de la vida está perjudicando a la mayor parte de la población mundial.

“Las fortunas de los milmillonarios no han aumentado porque ahora sean más inteligentes o trabajen más duro. Las trabajadoras y trabajadores sí están trabajando más arduamente, pero por un salario más bajo y en peores condiciones. Las personas más ricas han manipulado el sistema con total impunidad durante décadas, y ahora están recogiendo los frutos. Se han embolsado una asombrosa parte de la riqueza mundial gracias a la privatización y los monopolios, aprovechando la desregulación y vulnerando los derechos de las personas trabajadoras mientras ocultan su dinero en paraísos fiscales, todo ello con la complicidad de los Gobiernos”, señala Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

Oxfam apunta directamente a los Gobiernos como los entes que son parte del problema y también de la solución. Dice el informe en este sentido que “los Gobiernos deben tomar medidas urgentes para poner freno a la riqueza extrema. Deben elevar sin demora la tributación sobre la riqueza, el capital y los beneficios ‘caídos del cielo’ de grandes empresas, e invertir este dinero en la protección de la población con mayores necesidades y en la reducción de las desigualdades y el sufrimiento”.

La conclusión de esto es que el problema de “Unos pocos con mucho y muchos con muy poco” pivota entorno a una cuestión de ética, de manera que cuanto más dinero se tiene, más posibilidades existen de cometer comportamientos poco éticos. Esta afirmación es del experto Paul Piff, psicólogo social de la Universidad de Berkeley, quien ha dedicado gran parte de su trabajo a estudiar las diferencias entre personas de clase alta y baja. La burbuja en la que nacen los ricos, libre de incertidumbre y amenazas; no tener empatía con los demás y ese sentimiento de merecer el dinero que se tiene, porque se ha hecho algo para estar en esa posición, son variables bien interesantes que analiza Piff para explicar el problema.

Obviamente, no se puede generalizar y hay personas muy poco éticas sin grandes recursos. Igualmente, existen hombres y mujeres con recursos que realmente están muy sensibilizados con las desigualdades económicas e invierten en proyectos para disminuirlas.

La clave está en abrirse al mundo de verdad; en escuchar y sentir otras realidades para desarrollar sensibilidad y empatía hacia los otros.

Reflexiones

1. No solo la gente que disfruta de una mejor posición económica cae en un comportamiento poco ético. Todos tenemos sentimientos que nos animan a ponernos por delante de los demás.

2. Debemos estar dispuestos a mirar las situaciones de desigualdad y plantearnos ¿cómo me afectan personalmente?, ¿qué puedo hacer para contribuir al cambio?

3. No son necesarias acciones extraordinarias, es suficiente con intervenir en los momentos cotidianos que me llevan a conectar con los sentimientos de otros.

 

Cristina Bartés

Directora de Operaciones

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