Sharing economy o economía colaborativa

 

“¿Cuántos tienen un taladro en casa? Un taladro que utilizarán como mucho 12 o 13 minutos en total durante toda su vida. Ridículo, ¿no? Porque lo que realmente necesitan es el agujero, no el taladro. ¿No es mejor alquilar un taladro a alguien o, mejor, alquilar el nuestro cuando no lo necesitamos y ganar así algo de dinero?”

Ese fue uno de los ejemplos que utilizó en 2010 Rachel Bostman, autora intelectual del “consumo colaborativo” que desarrolló en el libro What´s Mine is Yours (Lo mío es tuyo). Desde entonces, la economía colaborativa ya se ha convertido en todo una tendencia de mercado. Se trata de una modalidad de consumo que se separa del tradicional “comprar-usar-y tirar” al que estamos acostumbrados, en favor de un sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales. La idea clave del concepto sharing economy es el de colaboración entre individuos; la idea de compartir e intercambiar bienes, servicios, recursos, tiempo o conocimientos, ya sea con o sin intercambio monetario.

Un buen ejemplo de ello sería Airbnb. Airbnb es una plataforma colaborativa que se caracteriza por ofrecer alojamiento previa reserva, de particular a particular. Además de permitir el intercambio monetario, la plataforma ofrece a los usuarios la oportunidad de compartir experiencias y descubrir otras culturas. Desde su creación en 2008, Airbnb no sólo ha sacudido el sector de los viajes, sino también el mercado inmobiliario de algunas ciudades.

 

fuente: eleconomista.es

 

Hasta aquí, la economía colaborativa parece un mar de ventajas. Sin embargo, también existen una serie de puntos más oscuros, como ocurre en todos los sectores. A continuación, os dejamos con los principales inconvenientes de la economía colaborativa:

  • Regulación de la actividad y competencia desleal. La falta de regulación provoca la desigualdad entre los sectores tradicionales y las nuevas plataformas de economía colaborativa. Por ejemplo, otra de las polémicas se sitúa en el ámbito de los alquileres vacacionales, ya que el sector hotelero argumenta que, mientras ellos pagan sus correspondientes impuestos, muchos alquileres de viviendas particulares realizados a través de webs no lo hacen.
  • Desprotección del consumidor. Como no existe una regulación definida, los consumidores están indefensos ante estas plataformas. Todas estas plataformas de economía colaborativa se protegen directamente gracias a los comentarios que facilitan sus consumidores, es decir, se basan en la confianza depositada en esos comentarios y en el Karma, si me lo permitís. Queda claro que lo más eficaz sería incorporar una responsabilidad legal para controlar este abuso.
  • Precariedad laboral. Muchos de los que trabajan para estas compañías lo hacen por horas y lo hacen como autónomos —o muy probablemente, falsos autónomos, en muchos casos—. Por ello, algunas sentencias empiezan a dar la razón a estos trabajadores, que tienen una relación laboral con la empresa y, por lo tanto, deben gozar de ciertos derechos, como salario mínimo, bajas, vacaciones, etcétera.
  • Aparición de monopolios. El problema surge cuando se crean monopolios, como lo ha sido Uber antes de la aparición de su homónimo Cabify. Se produce así una cierta contradicción entre el valor real que producen estas compañías y quién se queda ese valor. ¿Son los usuarios o son los inversores los grandes beneficiados de la existencia de estas iniciativas? Los monopolios deben controlarse para evitar situaciones donde la falta de regulación pueda imponer normativas abusivas.
  • Exclusividad de los datos. Aunque la recopilación de datos es útil y resulta rentable para las empresas, los usuarios han de saber que se almacena mucha información sobre ellos: desde preferencias para determinados productos hasta perfiles de movimiento detallados. Además, algunas plataformas requieren que los proveedores pongan a disposición del público información sobre sí mismos o sobre su entorno. Una oferta para el alquiler de una habitación privada, por ejemplo, requiere que las fotos del propio apartamento se suban a la plataforma para que todos las puedan ver.

El punto clave de la economía colaborativa es, a mi parecer, la reflexión que apunta el el Prof. Alejandro Lago del IESE en su ponencia “Economía colaborativa: entendiendo los modelos de negocio desde las operaciones”:

“El objetivo final es hacer entender a empresarios que hay algunos aspectos de la economía colaborativa que pueden ser aprovechados a nuestro favor incluso en empresas tradicionales, mientras que hay otros aspectos que, aunque parezcan colaborativos, no son más que una re-intermediación en los mercados de modelos ya existentes”.

Cristina Bartés

Directora de Operaciones

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