¿Qué sabemos de Lehman Brothers?

 

Lehman Brothers Holdings Inc. fue una compañía de servicios financieros estadounidense fundada en 1850 y que fue declarada en quiebra en 2008. Con sede en Nueva York,  sedes regionales en Londres y Tokio, y oficinas ubicadas por todo el mundo, Lehman Brothers figuró como el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos, por detrás de Goldman Sachs, Morgan Stanley y Merrill Lynch.

Sus orígenes

Fundada en 1850 por Henry, Emanuel y Meyer Lehman en Alabama, comenzó como una empresa que aceptaba algodón bruto como pago y lo trataba para venderlo. Consiguió sobrevivir sin dificultades a la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865) y tuvo un importante papel en la instauración de un mercado financiero del algodón en Nueva York. A partir de este momento amplió sus fronteras y se dedicó también al tabaco, a los ferrocarriles y al café. En los 70 adquirió Abraham & Co. y se fusionó con Kuhn, Loeb & Co. convirtiéndose en entidad bancaria.

La quiebra del banco Lehman Brothers

El 15 de septiembre del año 2008, el banco Lehman Brothers se declaró en quiebra con un pasivo de 430 000 millones de dólares, lo cual produjo un efecto dominó, derivando en la mayor crisis económica mundial de la historia: la Gran Recesión.

Por Gran Recesión​ se conoce a la crisis económica mundial que comenzó en el año 2008, que tuvo su origen en Estados Unidos. Entre los principales factores que se atribuyen como causas de la crisis se encuentran los fallos en la regulación económica, la sobrevaloración de productos financieros, una crisis alimentaria mundial, la subida del precio del petróleo por la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia-hipotecaria y de confianza en los mercados.

Aunque se considera que la crisis surgió en 2008, especialmente tras la caída del banco estadounidense Lehman Brothers, los primeros síntomas aparecieron en agosto de 2007 con la quiebra de varios bancos menores de inversión provocando la crisis que ha sido señalada por muchos especialistas internacionales como la «crisis de los países desarrollados», ya que sus consecuencias se observan fundamentalmente en los países más ricos del mundo. Con la caída de los bancos estadounidenses de inversión debido a la crisis de las hipotecas subprime, las bolsas y mercados de valores se derrumbaron y provocaron la crisis financiera de 2008 en todo el mundo.

 

 

El mundo post-Lehman

Más de una década después de la quiebra de Lehman Brothers y de que este acontecimiento desencadenara la peor crisis económica mundial de la historia, muchas de las consecuencias de estos acontecimientos persisten hoy en día. Veamos una consecuencia muy importante de esta crisis económica global:

Mayor y mejor regulación bancaria:

La quiebra de Lehman Brothers y la crisis internacional han dado lugar al desarrollo de una extensa regulación financiera que busca contener los excesos del pasado.

La Ley Dodd-Frank (también conocida como ley de reforma de Wall Street y de protección al consumidor) se aprobó en julio de 2010. La legislación puso en marcha cambios radicales en el sistema y amparó el nacimiento de los test de estrés, la supervisión exhaustiva de las entidades consideradas sistémicas y los controles que buscaban eludir nuevos rescates con fondos públicos.

A nivel internacional, además, el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) desarrolló una red normativa que se materializaría en los colchones anticrisis, recursos emitidos por las entidades financieras y que pueden no pagarse en caso de problemas para conseguir un balón de oxígeno. La idea pasa por hacer que sean los inversores los que paguen por estos rescates, en lugar del dinero público, del que muchos consideran que se abusó en el pasado para estabilizar a la banca. Esta regulación adopta múltiples formas como el TLAC, para las entidades sistémicas, o el MREL, para la banca europea.

La crisis financiera dejó un reguero de multas a los bancos que superan los 300.000 millones, así como una mayor concentración, fruto de las numerosas fusiones y compras a ambos lados del Atlántico. También se vio afectada la venta de productos, ahora mucho más regulada y que en Europa tomó la forma de la normativa Mifid.

 

Too big to fail:

La expresión too big to fail aparece traducida de diversas formas en los medios de comunicación: demasiado grande para dejarlo caer (a un banco)demasiado grande para permitir que quiebre, demasiado grande para caer/quebrar…

Se emplea para referirse a bancos u otras instituciones con tal peso en un sector (por ejemplo, el financiero) que los bancos centrales no pueden dejar que caigan, pues su quiebra arrastraría al resto de entidades de dicho sector. Otra manera de decirlo es que se trata de bancos o instituciones sistémicos o con riesgo sistémico.

Dado que bancos en dificultades hay muchos y que son los bancos centrales los que deciden a cuáles rescatar y a cuáles no, las expresiones demasiado grande para dejarlos caer para permitir que quiebren parecen preferibles a para caer/quebrar, pues las primeras reflejan mejor ese margen de posible intervención.

¿Por qué se dejó quebrar a Lehman? Para cuando los responsables del banco de inversión registraron la quiebra de la entidad ante el Tribunal de Quiebras del Distrito Sur de Nueva York, Lehmann había perdido ya un 94%de su valor en Bolsa desde los máximos alcanzados en 2007. Era la crónica de una muerte anunciada a la que, según señalan los expertos, contribuyó de forma decisiva la actuación de su consejero delegado Richard Fuld, de quien cuentan que tenía un carácter orgulloso y autoritario que dificultó las negociaciones con las autoridades.

En un libro escrito por un exempleado de la entidad, se narra como Fuld apuró al máximo sus opciones creyendo que no se dejaría caer a la entidad. Enfrente, en el Departamento del Tesoro, tenía a Henry Paulson, ex consejero delegado de Goldman Sachs y otro peso pesado de Wall Street con el que había competido con dureza por el negocio y que no tuvo voluntad de facilitar la situación.

Hacia el final de su historia, la supervivencia de Lehman pasaba irremediablemente por la entrada de un nuevo gran accionista que recapitalizara la entidad o por su venta a terceros. El legendario inversor Warren Buffett estuvo incluso mirando las cuentas, pero finalmente descartó la compra por falta de garantías desde el Tesoro y el resto de instituciones públicas que pudieran cubrir los riesgos de otros agujeros.

Lo mismo ocurrió con las posibles absorciones. Barclays y Bank of America se postularon en los últimos días de vida de Lehman como los grandes candidatos a salir al rescate del banco de inversión. Pero la entidad británica abandonó finalmente los planes y Bank of America optó por la fusión con el también golpeado Merrill Lynch.

Ante este panorama y sin liquidez, Lehman quedó abocado a la quiebra.

 

Cristina Bartés

Chief Operating Officer

 

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