La mala reputación del trader

 

La profesión de trader carece hoy día de respeto y confiabilidad, hasta tal punto que reconocerse como trader a nivel social provoca rechazo.

Elementos como la ausencia de regulación normativa del oficio del trading, la emergencia de estafas y fraudes en este ámbito, así como la facilidad con la que de hoy para mañana uno se convierte en trader o inversor, son potenciales argumentos que justifican que alguien no reconozca con orgullo que es trader.

El trading es a día de hoy, un gran desconocido. Si hiciéramos el experimento de preguntar a nuestro entorno o círculo de amistades qué es el trading, probablemente no sacaríamos una definición clara de lo que es, ni probablemente alguien destacaría en esa definición que es una profesión como cualquier otra, en la que se paga una auténtica barbaridad de impuestos y en la que habita el intrusismo como en cualquier ámbito profesional que se nos ocurra: dentistas que se hacen pasar por dentistas pero no lo son, masajistas que se hacen pasar por fisioterapeutas, abogados con títulos en el extranjero sin homologar en España, etc.

Ante esa situación de ignorancia e incertidumbre de lo que realmente es el trading, existe un elemento agravante: la errónea asociación entre el concepto trading y el concepto especulación.

Los especuladores son los jugadores de la ruleta del casino, son los que toman decisiones que comprometen sus finanzas sin atender a una base real y fundamentada. Eso es nada más ni nada menos que todo lo contrario a lo que haría un trader formado, puesto que éste se enfoca en confirmaciones técnicas y fundamentales que le dan probabilidades estadísticas del sentido de la cotización del precio.

¿Se ha planteado alguna vez el lector el matiz tan sutil pero tan importante que hay entre decir “soy trader” y decir “soy inversor”?

Ser inversor tiene una connotación social de prestigio que nos llevamos al “yo”. La connotación social de ser trader es radicalmente distinta, la cabeza nos lleva a pensar en ilegalidad, en oficio poco loable, en cualidad a la que se le puede atribuir la responsabilidad de los desastres económicos que ocurren en el mundo. Como si la clase política mundial, las Administraciones públicas de este país o el Poder Judicial no formaran parte activa en esto.

Al fin y a la postre, la única diferencia entre ser trader y ser inversor es el elemento temporal: el foco del trader está en el corto plazo mientras que el foco del inversor está en el largo plazo. Tan simple como eso, y cuán complicado lo hacemos los humanos.

No podemos evitar que la gente emita juicios constantemente de lo que uno dice, hace o de incluso cómo se vista.

Eso es parte de nuestros genes, como seres pensantes y lo que nos hace distintos de un tocho (aunque haya personas que sean un tocho). Tampoco es la solución entretenerse a explicar a cada uno que pregunte qué es y que no es el trading, cómo funciona y qué riesgos entraña, de la misma manera que no conocemos un bombero y le pedimos explicaciones de su oficio o profesión, por muy arriesgada que también sea.

La solución no está en los demás, sino en ti.

Los que somos traders hacemos un buen trabajo de formación teórica, pero también de evolución personal para liberarnos de creencias, juicios y comentarios de los que no saben, no entienden y ni siquiera se esfuerzan por entender. Nuestra energía está en los trades positivos que vamos a cerrar, y no en si a alguien le parece correcto, loable o respetable lo que con mucho esfuerzo, compromiso y honra estamos consiguiendo.

 

Cristina Bartés

Chief Operating Officer at Aston Dealers® Business Academy

 

 

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